DIOS ME HA AYUDADO A CRECER Y HACERME MÁS
FUERTE
Nuria Díaz, de 25 años de edad, miembro de nuestra parroquia, ha sido
catequista durante diez años. En el mes de febrero, por razones laborales, lo
cual nos alegra, vive en la isla de Lanzarote. Muchos la echamos de menos y la
seguimos considerando una más, a pesar de la distancia, una hermana en Cristo y
una amiga.
“Me va
muy bien, los primeros meses fueron los más complicados, venir a trabajar a
Lanzarote se convirtió en un doble reto porque era la primera vez que podría
ejercer como psicóloga y porque dejaba atrás muchas cosas y mucha gente para
iniciar una nueva etapa en un lugar, que aunque cercano, para mi desconocido.
Ahora puedo decir que no me arrepiento de la decisión que tomé, soy feliz con
mi trabajo y he encontrado gente muy buena que hacen que estar lejos sea cada
día más fácil.”
¿Tu trabajo en la
residencia de ancianos es remunerado, pero con una gran carga social. ¿Se
necesita la vocación?
“Sí, por
supuesto que sí, pero como en todos los trabajos. En mi caso, la población de
personas mayores me apasiona, porque tienen una forma especial de estar en el
mundo....todos los días me río con ellos, y voy sumando mil anécdotas, pero eso
no hace que sea fácil.”
Dios se nos sigue
revelando en nuestra vida cotidiana. Nuria, ¿qué rostro te muestra Cristo en tu
nueva vida laboral y social?
“Me
encuentro con un rostro de Dios que me recuerda todos los días lo importante
que es el amor, querer y dejarse querer; el valor de una sonrisa, de la
gratuidad... Pero sobre todo, un Dios que está constantemente retándome, y que
en estos diez meses me ha ayudado a crecer y a hacerme más fuerte.”
Manda un saludo a la parroquia
“Aprovecho esta oportunidad para saludarlos a todos.
Ojalá, a pesar de las dificultades, ustedes también estén siendo felices y
creciendo cada día un poco más. Un beso a tod@s....y uno especialmente grande
para los jóvenes, me acuerdo mucho de ustedes y los quiero muchísimo!.”
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